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castillos peninsulares

MELILLA


Melilla es una ciudad autonóma española situada en el norte de África, a orillas del mar Mediterráneo. Enclavada en el corazón de la región del Rif, presenta diversas particularidades fruto de su posición geográfica y de su historia, tanto en la composición de su población, como en su actividad económica y en su cultura, resultado de la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos desde el siglo xix.

Se extiende sobre unos 12 km² de superficie en la parte oriental del cabo Tres Forcas. Limita por mar con el mar de Alborán (al este) y con Marruecos por tierra, concretamente con las comunas de Mariguari y Farhana al norte y el oeste y con la ciudad de Beni-Henzar al sur. También está incluida en la zona geográfica natural de Guelaya.

Cuenta con una fortaleza, Melilla la Vieja, construida entre los siglos xvi y xviii, dotada de almacenes, aljibes, baluartes, fosos, fuertes, cuevas, minas, capillas (una de ellas, la única obra religiosa gótica de África) y hospitales, que hacen de ella la más completa de esta orilla del Mediterráneo, aparte de los fuertes exteriores neomedievales, construidos durante el siglo xix. El patrimonio arquitectónico de la ciudad, situado en el llamado Ensanche de Melilla, está considerado como uno de los mejores exponentes del estilo modernista español de principios del xx.

El primer nombre conocido de la ciudad de Melilla fue Russadir o Rusaddir, como colonia fenicia tiria en el siglo vii a. C. Esta denominación perduró durante las épocas cartaginesa y romana hasta el siglo vii d. C. El nombre de Melilla tiene una etimología incierta. Una posibilidad es que el nombre de Melilla provenga del latín Mellitus o griego Melita, por la acuñación de monedas en el siglo I a.C. en época fenicia con abejas entre espigas y la inscripcion púnica del fenicio Russadir, y que esta denominación hubiera perdurado en tiempos del desarrollo comercial marítimo de la época de la provincia romana de la mauritania tingitana En el siglo IX el geógrafo Yaqubi menciona la población de Malila y en el siglo XIII los Almohades fortifican la población de Maliliyya. El vocablo utilizado por los rifeños autóctonos de la zona es Mritch, que viene de la raíz etimológica del la lengua bereber tamazight Tamlilt, que significa literalmente ‘La Blanca’, en referencia a la piedra caliza de color blanco sobre la que se asienta Melilla.

La ciudad usa como escudo heráldico las armas de la casa de Medina Sidonia en virtud de un real decreto de Alfonso XIII en 1913. El blasón que define el escudo de Melilla es el siguiente:

Tiene Corona Ducal que señorea Guzmán el Bueno en actitud de lanzar un puñal desde el castillo de Tarifa. Lo sostienen las columnas del estrecho de Hércules, con la inscripción Non Plus Ultra. Incluye, asimismo, armas sobre campo de azur, dos calderas jaqueladas en oro y gules, gringoladas de siete serpientes en sinople, puestas al palo, bordadura de las Armas Reales de León y Castilla, de nueve piezas de gules, con castillos de oro, alternadas, con nueve piezas de plata con leones de gules. También lleva divisa en su parte superior, detrás del castillo de Tarifa, una cinta alada con la leyenda Praefere Patriam Liberis Parentem Decet (Conviene anteponer la Patria a la familia), y al pie del Escudo, pero fuera de él, un dragón en sinople.

 


Dando un paseo por sus 12 kilómetros cuadrados, Melilla cuenta con sinagogas, mezquitas e iglesias, además de una extraordinaria variedad de arquitectura modernista. Pero su atractivo no se acaba en sus fronteras, ya que el horizonte se amplía a través del mar y la tierra de Marruecos. Explorando sus costas o aventurándose tierra adentro, el encanto de Melilla no tiene límites.

La ciudad nos invita a disfrutar de su centro histórico, conocido como ‘Melilla La Vieja’, la joya de la corona, una ciudad medieval perfectamente conservada.

 

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.